Aclarando un error de una crítica a mi "poesía"

Hace un par de días me topé en Facebook con una reseña publicada en vertice.grupopiramide.com.mx, titulada Sumario de la poesía en Quintana Roo en el 2020, escrita por David Anuar, a quien recién ubico un poco. Es un destacado poeta premiado, no he leído lo suficiente de su obra, por lo cual no tengo el contexto necesario para opinar, los pocos textos que le he leído son pulcros, con bellas formas, sin error, mas en su fondo percibo un autor creando literatura a partir de la literatura, virtud de quienes van por la ruta de los casi incógnitos premios literarios que están lejos, en mi humilde criterio, de cumplir una función social, pero que sí pueden llegar a ser suficiente evidencia de la calidad. 

Disfrutable calidad hay en su Sumario de la poesía en Quintana Roo en el 2020, donde habla de dieciséis libros de poesía e incluye el libro digital Confinados a dudar, coautoría con Hagen David, Juan Rosales, Antonio González y este felino. Como era de esperarse, viniendo desde su enfoque especializado, lo criticó con la objetividad que suele verse como "destrozo", sin causarme ninguna sorpresa (su crítica está al final de la reseña para rematar con lo peorcito), pues dicho libro nació con la intención de pasar desapercibido y a la vez generar unos pesos para comprarme pizzas un sábado de Netflix. 

Habitualmente ese tipo de reseñas se pierden entre tantas con sus respectivas buenas intenciones, no iba a comentarla, pero luego, mientras me lavaba los dientes, pensé que su mención del libro, además de tener un contexto erróneo, se me presentaba como una pequeña oportunidad para volver a mencionar lo que vengo diciendo desde hace años: lo que yo escribo NO es poesía. Por lógica, entonces, no debe criticarse como si lo fuera, así como no criticamos un pastel pensando que quería ser un tamal (aunque a veces los sirvan en el mismo plato en las fiestas y se vea rico el tamal embarradito de pastel). 

Con el ejemplo entre paréntesis puedo aclarar esto: un autor como yo, de cierto modo, no tiene colegas, por lo que se cuela en algunos círculos. Ahora bien, Confinados a dudar tampoco tiene un prólogo ni una definición literaria, pues tuve ligeras intenciones que no comentaría públicamente, solo dejo asomar que se trató de una oportunidad para socializar, reinventar-se, retar, y ser congruente con mi visión de la absurdidad. 

De modo que hay un error de contexto. (De percepción y generalización también es el error). No creo que el error sea totalmente del autor del Sumario de la poesía en Quintana Roo en el 2020, sino que es un error dado en automático y crecido por la percepción y opinión equivocadas de otros, por ejemplo, como dato relacionado, el autor primero se dio a la tarea de hacer un sondeo preguntando en Facebook sobre quiénes han publicado libros de poesía en el año 2020, y como es lógico, obtuvo respuestas limitadas y de personas que perciben sus obras como poesía. Juan Rosales, a quien personalmente aprecio, tuvo la ocurrencia de calificar a Confinados a dudar como un libro de poesía, y eso no me importó ni un grano de sal, pues las definiciones de lo que es poesía son excesivamente inclusivas y permisivas. Yo mismo la presenté en un artículo como prosa poética, con ligereza deliberada y con el único fin de redactar como suele ser necesario para artículos de Internet, con expresiones conocidas, lenguaje claro y brevedad. 

Con lo comentado no confieso contradecirme, sencillamente uno habla como la gente te entiende. Esto, aunque es obvio, lo comprendo gracias al desarrollo de mi identidad algo híbrida, tuve la delicia de relacionarme con diferentes círculos sociales, y no le hablas a un cholo igual que a un hippie, ni a un reguetonero igual que a un intelectual, ni a un pobre igual que a un rico. Este comentario lo doy enfatizando esta breve aclaración: de manera muy clara, repetitiva, y desde hace años, he dicho que lo que yo escribo NO es poesía, y a veces he podido explicar un poco que si llego a usar la palabra poesía o a no desmentir a cuanto me diga poeta, es porque no siempre es oportuno. Ocasionalmente he hablado de transpoesía o impoesía, como una zona de falsa transición hacia una forma alternativa de expresarse capaz de infiltrarse en lo literario, pero eso es otro tema. 

Aquí termina mi aclaración, y a continuación abordo cuestiones relacionadas (bastante prescindibles) conforme las recuerdo. Si no quieres leerlas da igual, no lo hagas, no cambia nada.



Mi celebración sobre esta mirada 

Una reseña suele ser un acto generoso, pues implica tiempo y análisis. Saber que alguien invierte sus vacaciones en un análisis de la literatura local es conmovedor. Lo confieso, me late casi como el chocolate que surja la crítica a la creación poética en Quintana Roo, pues al prácticamente no haberla, se crea mucha cosa que no es poesía pero que se presume así. 

Lo celebro, aunque a la misma vez sé, y es evidente, que este tipo de temas y situaciones suelen ser de desinterés general. Mi discurso es sobre lo creativo (con mis propios criterios filosóficos, anecdóticos, vivenciales, sociales y eventualmente semicomerciales), no sobre lo literario, y en esta ruta no me atañe mucho ningún acontecimiento de la escena literaria, la cual pasa, injustamente tal vez, desapercibida. 

Pero, francamente, no me gusta que cualquier autor se declare poeta, y eso lo dejo ver en mi libro Esto claro que NO es poesía. Así que, en otras palabras, estoy completamente de acuerdo con la aparente intención de la reseña Sumario de la poesía en Quintana Roo en el 2020, pero parcialmente en desacuerdo con algunas de sus conclusiones. 

El máster poeta usa solamente los parámetros de la técnica y habla con ortodoxia poética, y en simultáneo deja ver (espero no sea lo que deja ver) una limitación cultural existencial proveniente de una formación lineal, sin agitaciones ni zigzagueos, en una comodidad en la que el tiempo es un recurso muy existente que contribuye a aprendizajes profundos (literarios e intelectuales) pero siempre de las mismas aguas tranquilas. A diferencia de otros autores, con carencia técnica, cuya sustancia y potencia pertenecen al origen de la literatura más impactante, la de la vida (con sus rudezas, incomodidades y frenetismos). 

Eso sí, dentro del enfoque del autor del Sumario de la poesía en Quintana Roo en el 2020, él mismo puede tirar la primera piedra, pues él sí hace un buen uso del verso, la técnica y la estructura de la poesía. Con esto recuerdo algo que dijo: «el pensamiento en prosa cortado en forma de verso para simular un poema». En mi caso sí pretendo simular un poema, y enfatizo que esa simulación es a todas luces y no como engaño. Es evidente que si empiezas a escribir en prosa terminas en prosa o si lo haces en verso, pues terminas en verso, y digo es evidente cuando hablamos de las formas de la poesía, no de mis textos. Me refiero a textos que escribo comenzando como prosa y terminando como "verso", creando con una aspiración no poética, jamás.

Quizás, el autor de la reseña, sí llega a notar un poco mi postura creativa, pues me percato de la exactitud con la que me cita para finalizar "el destrozo", cito textualmente: «Así, la mayoría de los textos son explicaciones de pensamientos o sentimientos no filtrados por una dosis de técnica o conciencia poética. Tal vez, este libro debería ser, en palabras de Alí Benítez, una “[INCOHERENCIA OMITIDA]”». Así es.

También, cuando comenta sobre Confinados a dudar, habla del resumen de todos los males que aquejan a la poesía, y no lo contradigo, lo dice bien. No obstante, hay detalles a considerar (además de mi aclaración inicial, con la cual me excluyo del camino) como que no todas las voces deberían llegar a un mismo cauce. Es decir, los autores deberían reconsiderar si defender su "estilo poético" con todo y lo raquítico que pueda parecer, y considerar si es la poesía su aspiración. En una sociedad infoxicada y exageradamente saturada de tonterías, la cursilería, que es mal vista por los poetas técnicos, puede ser un anzuelo o una entrada, del mismo modo que "la poesía" impregnada de clichés, pues la mayoría de la gente así sí la capta. Por dar un ejemplo casi gracioso, hay personas que no hubieran conocido a Joaquín Sabina o Luis Eduardo Aute, sin antes conocer a Nicho Hinojosa o Ricardo Arjona. 

Deduzco que al referirse a los poetas cursis se refería a mi apreciado Antonio González, el cual es indefendible para mí si le llaman cursi, pero que oportunidades no le faltan (aplique el sentido que quiera) pues su poesía se mueve y se disfruta entre sus respectivos consumidores. Podría decir que es algo así como una poesía pop, que no tiene reparo en acudir al cliché, pues como ya comenté, las personas comunes suelen aceptarlo más rápido. La simpleza, por decirlo así, de la poesía pop de Antonio, hace que hayan personas que lo lean con pasión enviándoles sus grabaciones. 

En cuanto a Hagen David y Juan Rosales, supongo que aún no lo tienen tan claro como Antonio, pero precisamente esa falta de claridad les aporta una sencillez y accesibilidad que hace que sus libros circulen, particularmente con Juan Rosales por su correcto uso de redes sociales, y la semejanza de su estilo con la autoayuda, la cual, quienes me conocen, saben que me da alergia. Siendo, por un momento, permisivo con mi significado de la palabra poesía, podría decir que Rosales hace poesía motivacional. 

Mientras describo simplonamente a estos compañeros, vuelvo a ver que, en gran parte, son solo las definiciones las que están mal planteadas. Es una cuestión tan compleja que no puede reducirse a una reseña de una visión técnica ortodoxa. Lo mismo sucede en el caso del libro Lírica del quebranto de José Luis Salgado, cuya voz es la de un juglar ambiguo, entre la poesía y la narrativa. En cuanto a Salgado, no sé si estoy de acuerdo o en desacuerdo con la crítica que recibe, pues, como repito nuevamente, las intenciones de los autores y sus definiciones están, seguramente, mal planteadas. Pero deberían tener cuidado, pues si sus aspiraciones son más hipercreativas que poéticas, o más ideológicas que poéticas, o más en una búsqueda personal que literaria, entonces no deberían aplicarse ante las sugerencias de los poetas técnicos. Tal vez, si fuera necesario, serían otras herramientas las que pueden ayudarles, como las más básicas y elementales: redacción y ortografía, generación de proyectos, producción audiovisual tal vez, reproducción de contenidos, marketing digital, etcétera. A lo mejor no son poetas, a lo mejor son algo más efectivo para el tiempo presente.

Otro que comentaron también de manera cuestionable fue el libro Fosa común de Mauricio Ocampo C., se cree que su poesía es como leer las malas noticias en el periódico, a veces pensé lo mismo (porque he sido más implícito que frontal), pero cuando te das cuenta de que la literatura tiene la capacidad de disparar ideas, mientras que los medios informativos informan a medias, entonces ya no tienes una limitación embellecedora, sino que ves en autores como Mauricio una dinámica certera, magnífica, sobre todo en voz alta, en grito de guerra poética. Como dijera Silvio Rodríguez: «Las ideas son balas hoy día y no puedo usar flores por ti». Puedo añadir sobre Ocampo que ya lo he denominado como necropoeta y anarcopoeta, la última definición incluso desde la perspectiva textual, pues redacta a golpes compulsivos, a tinta aguerrida, sin obediencia, con la estética asombrosa de la insoportable realidad. 

En fin... La precisión y objetividad del Sumario de la poesía en Quintana Roo en el 2020, son posiblemente (ojalá y quién sabe) el aviso del comienzo de una identidad literaria quintanarroense, cuyas divergencias y enfoques son importantes que se den a conocer a las cuantas decenas de lectores que aún hay por ahí y a los ociosos que se asoman a ver la ciudad fantasma de la poesía. 



Sensatez y otros grandes aciertos

Haré copia intacta de la conclusión del texto Sumario de la poesía en Quintana Roo en el 2020, mismo que puedes leer completo (recomendado) en vertice.grupopiramide.com.mx.

Para concluir, algunas reflexiones de índole general. Regreso a la numeralia. A principios de 2020 se publicó en Tropo a la uña una “Cronología de la poesía de Quintana Roo” que elaboramos José Antonio Íñiguez y quien escribe estas líneas. En ella dimos cuenta de más de 200 libros de poesía publicados. Si tomamos en cuenta que fue en 1979 cuando se publicó el primer poemario de un quintanarroense y que nuestra cronología consignaba lo hecho fundamentalmente hasta el 2019, el promedio es de 5 libros de poesía publicados por año. Cabe advertir que la tendencia viene al alza, pues en 2018 y 2019 vieron la luz 7 y 9 volúmenes, respectivamente. En 2020 aparecieron 16 libros, 12 de ellos individuales y 4 colectivos. Independientemente de la calidad de éstos, es una cifra que debe causar optimismo y alegría. Todo esfuerzo en pro de hacer crecer nuestras letras debe ser aplaudido.

Como podrá apreciarse con este sumario, la literatura que se escribe en Quintana Roo es diversa. Las propuestas transitan por lugares tan distintos como la poesía para niños, la poesía social, la poesía de veta popular y cómica, la ironía, lo surreal, el paisajismo, lo caribeño y escrituras que aspiran a ser poemas pero que todavía no están ahí. Es evidente que los libros y las voces de nuestra literatura son desiguales, sin embargo, sólo el tiempo, el crítico más riguroso de todos, será el juez definitivo de nuestras obras.

En este sentido, y con el primer día del año tocando ya a su fin, siento un espíritu de reconciliación. Si bien este sumario puede parecer duro a ojos de algunos, mi intención no ha sido otra que la de ejercer la crítica, uno de los ejercicios menos emprendidos en Quintana Roo por diversas circunstancias que no vienen a cuento ahora. Creo, honestamente, que la crítica es vital para que una literatura crezca, para observar nuestras debilidades y trabajar en nuestras áreas de oportunidad. Este texto no es una pelea contra nadie, al contrario, he dedicado mis vacaciones decembrinas a leer a cada uno de los autores aquí citados porque pienso que son valiosos o que pueden llegar a serlo. Creo que es importante leernos y trabajar en conjunto a través de talleres, revistas, antologías, publicaciones, conferencias, encuentros y cualquier otro medio y/o iniciativa. Sólo así dejaremos de ser una literatura marginal, una literatura de escritores y escritoras que viven de espaldas los unos de los otros.


Con esta linda conclusión indefectible y exacta podemos ver y entonces aplaudir la lucidez del autor, su esfuerzo en investigaciones previas muy superiores a un sondeo en Facebook, su ausencia de nihilismo y su aún fe porque la ausente crítica en Quintana Roo llegue con él y otros para hacerle bien a nuestra literatura. Las reacciones serán predecibles conforme se vayan enterando (porque puede suceder que se enteren), algunos ingenuamente pensarán que es personal, otros pensarán que Anuar vive en una burbuja, otros no dudo que caigan en la ridiculez de pensar que existe envidia o incluso de que el ser mencionados en un texto así es casi como trascender. 

Lo importante son los aciertos en el Sumario de la poesía en Quintana Roo en el 2020, porque aunque sea desde un enfoque que pueda tener limitaciones (tal vez de índole sudor), hay que decir que hay de enfoques a enfoques, y el enfoque de Anuar es indiscutiblemente digno de unos minutos de absoluta atención. Para él y sus colegas seguramente es de alta importancia la evolución positiva de la literatura quintanarroense, puede notarse pues propone la formación mediante talleres, conferencias y revistas, lo cual sería loable, pero como ya he dicho en algunos rincones subterráneos, al escarbar en muchas intenciones generosas nos encontramos con el hambre del ego o la urgencia de la autorrealización inalcanzable; quisiera y espero sinceramente que no sea el caso. 

En lo personal, ya se sabe, no creo que haya mucho qué hacer mediante la poesía, mi enfoque tiene una insistencia realista y en sintonía con el ritmo de una sociedad líquida, que no es receptiva a casi nada que venga con forma antigua. Y cuando hago libros como el que se mencionó, es con mi visión del presente y de lo absurdo (lo instantáneo y lo que me completa la quincena y la ironía), pues nótese que ocasionalmente me autoexilio de los colectivos y los grupos, y de repente me mezclo con los sociales, o los cursis, o los incomprendidos, o los desinformados, o los autopercibidos como poetas, o quien sea, porque la ideología se inyecta silenciosamente, a largo plazo, si es que el futuro le da algún sentido a las ideas. Pues no veo literatura que no sea marginal en unos cuantos siglos, por más que se intente creer en la esperanza de lo contrario. 



Una sugerencia de precaución creativa

Debo terminar mi lavado y planchado, así que concluyo con la siguiente sugerencia a los autores que se hayan topado con ese texto (independientemente de que hayan sido aplaudidos o señalados como deficientes) y luego con este: define tu ruta en la creación. Cuidado con el magister dixit, o sea, la falacia de autoridad. 

Al definir tu ruta puedes considerar si quieres vender tus libros fácilmente o realizarte como intelectual al estilo Diógenes de Sinope o al estilo multipremiado, si lo que quieres es ser poeta para la gente o para una comunidad literaria. Si quieres formarte en las técnicas de las formas de la poesía porque de verdad te interesa, o solo porque quieres derrochar en vanidades intelectuales. Es incluso muy básico y necesario que te preguntes por qué y para qué escribes; quizás sea solamente una cuestión de autoestima que puedes lograr de diferentes maneras, así como puedes escribir de diferentes maneras. Así como un Paulo Coelho seguramente llora cuando lo critican los verdaderos intelectuales, limpiándose las lágrimas con billetes, así hay autores que deliberadamente van por una ruta de productividad inmediata o para supervivencia, pues no todos nacimos en zona de ventaja, donde los recursos académicos fortalecen los criterios y en simultáneo te expulsan del privilegio de la realidad brutal. 

Posiblemente encuentres un equilibrio (una búsqueda muy justa), entre aportar dosis literarias y mensajes implícitos en pro del pensamiento crítico, y ser a la vez, digamos, colorido y comercial, apto para la gente común, lectores limitados por sus rutinas absorbentes, no lectores, personas que no tuvieron la oportunidad de desarrollar un gusto por la lectura, tal vez por una infancia pobre y carente de buenos elementos culturales, y encuentran en lo muy sencillo, en lo cliché, o en lo muy loco, un motivo para interesarse y una puerta que posiblemente los conduzca a otras expresiones más avanzadas como las que aún algunos se proyectan en ciertos rincones donde practican el ejercicio de la crítica y la utopía.  

Si defines tu ruta, podrás tomar lo acertado de cada postura y crítica, sin predisponerte, sin estar a la defensiva, sin desanimarte, sin creerte importante. Si defines bien tu ruta, será más sencillo que no caigas en la falacia de autoridad porque incorporarás tus propios planteamientos basándote en adquisiciones específicas de conocimiento que tendrás prácticamente de manera natural. Hay quienes aún, desafortunadamente para ellos, ven en los escritores (pertenecientes a lo que llamo, sin afán de menosprecio: la seudomeritocracia socioliteraria) finos, por decirlo de alguna manera, premiados o maestros en alguna cosa, la verdad absoluta y se dejan guiar cortando así su identidad original. No obstante, muchos (ante sus aspiraciones) sí que necesitan la guía de grandes poetas de capacidad exclusivamente técnica y resultados estéticos, particularmente quienes aún ven en la palabra poesía ese vicio hermoso de sentirse especiales. 

Así como el carismático autor del Sumario de la poesía en Quintana Roo en el 2020 se tomó el tiempo de sus vacaciones para leer todos los libros de poesía producidos en 2020 (bajo la creencia de que un sondeo facebookeano funciona), yo también he sacrificado, con mucha pena, mi disfrute de un episodio de una telenovela colombiana, con el cual pretendía hacer mi Análisis personal de la demisexualidad, pansexualidad y sapiosexualidad a partir de Betty la fea (pues aún no sacan la cuarta temporada de Cobra Kai), pues atención con atención se paga. 

De manera muy subjetiva, personal y respetuosa, y sin pretender ser contraposición... el autor del Sumario de la poesía en Quintana Roo en el 2020 canaliza todas sus observaciones a la intención poética, y da por hecho que todos los autores tienen aspiraciones a generar poesía, por lo cual concluye de una manera muy hermosa, con una bonita reflexión, invitando a que ejerzamos la crítica y a que nos sigamos formando, pues, también, habrá quienes logren identificar, en sí mismos y en sus obras, que no tienen las asumidas aspiraciones comentadas por el autor de tal sumario, sino que tienen otro tipo de aspiraciones, quizás más trascendentales o absurdas, o más metafísicas o sociales y profundas..., a ellos los invito a imaginar que la amada poesía pueda al fin descansar en paz y ser un bello recuerdo, pues así como hay culturas que lucen mejor como íconos de la historia, y lenguajes que murieron, también el género de la poesía quiere clemencia, pide eutanasia, déjenla ir.