Hace ya varios kilos y helados de chocolate, tuve la fortuna de platicar, en el podcast Esporadicción, con un artista de esos que te cuadras. Talentoso indiscutible. Además de eso, sencillito y carismático, pero en serio, sin sarcasmo, es sencillo y carismático. Adzul Marino no se llama, pero así se hace llamar el cien por ciento mexicano Jorge Adrián Arroyo Figueroa.
Le hice una pregunta de esas que difícilmente tienen una respuesta satisfactoria, o que estoy seguro que alguien diría que ni siquiera tiene respuesta, que es algo imposible de contestar, y es que le pregunté: ¿qué es el arte?
Al final no supe bien qué es, ¡ja!, pero me divertí mucho charlando con Adzul Marino, quien, no sé si yéndose por la tangente o tratando de precisar con honestidad, se enfocó en algún momento a contestar la pregunta distinguiendo más bien qué no es arte.
Hablo de esto por aquí por tres razones. La primera porque es un tema interesante y además importante (aunque usted no lo crea); la segunda porque resulta que Adzul Marino está colaborando conmigo en estos días para organizar uno de los primeros eventos de reactivación de La Carpita Teatro, donde expondrá algunas obras suyas, el sábado 16 de abril, y dará ahí mismo un taller de grabado; la tercera es porque, como decimos en México, ¡asúmecha!, ora sí que tenía bien abandonado este espacio, y me parece un buen motivo para ir retomando.
Bien, pues les comparto aquí abajito la conversación.
Ah, por cierto... Hay una parte donde Adzul Marino reflexiona algo muy chistoso pero cierto, je, que a menudo las personas que desean aprender a hacer arte no se atreven porque no saben de arte. Así es, esa es la razón paradójica: no se atreven a aprender arte, porque no saben arte. Es raro y es usual. Ojalá que poco a poco haya más gente que se vaya atreviendo.