Presentación de antología de poesía quintanarroense en Cancún. Foto tomada del muro de Facebook de Hagen David

Este es el tipo de temas que prefiero ignorar, porque no tienen relevancia. De antemano quiero aclarar que lo que voy a exponer es una sencilla semi-reflexión, dada a partir de una publicación del editor Emilio Calderón en un grupo de Facebook llamado Escritores de Cancún, donde expresa abiertamente que sus expectativas, en cuanto a la antología de literatura quintanarroense que se presentó en Cancún el sábado 23 de abril, estuvieron frustradas. 

Bueno, miento. Esta semi-reflexión la he tenido constantemente, y por eso creo que a veces doy un poco la impresión de estar medio amargadillo o de ser inseguro o de tener complejo de superioridad, yo qué sé, porque casi siempre evito participar en proyectos literarios colectivos, y ahora que leí el comentario de Emilio Calderón sinceramente me dio risa. ¿Para qué ser tan diplomático? Digo yo. En fin. 

Ok. Aquí lo primero que es importante de señalar es: FELICITAR A TODOS LOS AUTORES. Porque aun y con todas las deficiencias de la publicación, han logrado publicar y tener una experiencia, quizá un poco ambivalente, pero realmente valiosa al fin y al cabo. Este tema, de hecho, puede ser a la vez tan irrelevante como relevante y complejo, así que abordaré solo algunos puntos, tal vez en contraposición de Emilio y en defensa de parte de la producción de la antología, y tal vez a favor de lo expresado por el buen editor Calderón. 


Lo que Emilio Calderón dijo (copio y pego):


Expectativas frustradas

A finales del mes pasado una amiga me mandó una convocatoria para participar en la Antología de Literatura Quintanarroense. Ni tardo ni perezoso envié uno de mis textos. Días después me indicaron que había sido aceptado y que me invitaban al desayuno de presentación.

El pasado sábado 23 acudí al desayuno. Admito que llegué unos veinte minutos después de la hora citada, pero justo a tiempo para disfrutar la fruta y el omelette, así como los diversos discursos y lecturas.

Los textos de la antología son variados, así como sus participantes y su experiencia. Los hay de renombre, como Agustín Labrada, y otros que admitían que era la primera vez que enviaban un texto a concurso. Me encontré con amigos, conocidos pre-pandémicos, conocidos de las redes, y otros de quienes jamás había escuchado.

SUPONGO QUE, COMO YO, MUCHOS DE ESTOS AMANTES DE LAS LETRAS SALIERON DECEPCIONADOS.

Yo esperaba que, al hacerse la antología con recursos del erario, la calidad del producto final fuera superior. Pero, bueno, tal vez no debí esperar tanto.

LAS DECEPCIONES COMENZARON POR LA PORTADA, PERO NO ACABARON AHÍ.

La imagen de portada no alude ni a la literatura ni a Quintana Roo, ni la composición tipográfica agrada a la vista.

Y ni qué decir de los interiores. La tipografía es muy grande, el interlineado varía en muchas páginas, y los márgenes son muy pequeños; pero lo peor de todo son los errores en los textos.

Una de las autoras tuvo que leer su texto desde su celular, ya que lo impreso no correspondía a lo que ella envió. Mezclaron su texto con el de otro (mitad y mitad). Aparentemente no fue el único texto con errores.

Está bien que se hagan convocatorias, está bien que se visibilice el trabajo de artistas locales, está bien que se difunda la cultura, está bien que se haga con lo recursos del erario que han sido destinados a ello. Lo que no está bien es que no se haga con calidad, ya que eso demerita todos los anteriores esfuerzos, incluyendo los de los artistas participantes.

Al concluir el desayuno, los organizadores —quienes ya estaban conscientes de los errores en los textos— nos solicitaron les indicáramos los errores en nuestros textos (que se habrían evitado si alguien hubiese supervisado el proyecto), y mencionaron que se haría una reimpresión y recibiríamos otros tomos ya con las correcciones.

Insisto, aplaudo los esfuerzos para difundir la cultura y agradezco las convocatorias para dar a conocer a los artistas locales, pero me gustaría que no solo se preocupen por verse bien ante las cámaras, sino que se aseguren de que el trabajo que se hace sea de calidad.

Ahora solo toca esperar los tomos corregidos y ver si, para la próxima convocatoria, soy requerido… o vetado, por decir las verdades incómodas.




Comentando el comentario 


Primer punto: Expectativas frustradas. 

Me llama la atención que un editor profesional no se haya enterado de cómo, habitualmente, desarrollan sus proyectos los institutos de cultura. Es bien sabido (o debería serlo) que un instituto de cultura a menudo trabaja para los intereses del gobierno en turno, entre los que está el "verse bien" ante la ciudadanía y ante la comunidad cultural; aunque los empleados de estos institutos (uno que otro sí) no tenga una visión siquiera elemental de lo que es, por ejemplo en este caso, la literatura. Así que, yo nunca he comprendido, cómo hay gente, incluso del ámbito literario profesional, que puede seguir teniendo expectativas. 




Segundo punto: Le indicaron que había sido aceptado. 

No inventes. Esto se relaciona con lo que acabo de decir. Con el afán de "verse bien" los institutos de cultura suelen ser sumamente, pero digo bien, sumamente inclusivos. Si pasa alguien por la calle diciendo que quiere participar, lo dejan entrar, a veces con la única condición tediosa de llenar formatos o cosas por el estilo, "burocratizan" el asunto para que se vea más pro. Pero, de antemano se sabe que todos, o casi todos, van a ser incluidos; una, porque los institutos de cultura "pretenden sumar", y dos, porque no saben. O sea, no saben distinguir la calidad, no digo literaria, sino meramente textual. 




Tercer punto: Dice que llegó tarde. 

¿Cómo así que llega tarde a un evento tan formal? Tache. (Risas).




Cuarto punto: Dice que disfrutó de la fruta y el omelette. 

Ah, pero eso sí, bien que disfrutó de la deliciosa comidita. 




Quinto punto: Dice que los textos son variados. 

¿Cómo así que los textos de la antología son variados? Yo pensé que todos los había escrito la mesma persona. 




Sexto punto: Dice que incluso hubo autores de renombre. 

¿A qué se le llamará "de renombre"? 




Séptimo punto: Supone que no fue el único decepcionado. 

Supone bien, le podemos asegurar que no solo él salió decepcionado. 




Octavo punto: Esperaba.. espera, ¿qué esperaba? 

¿Los recursos del erario alguna vez han sido usados para superar expectativas?




Noveno punto: La portada. 

Ahí sí, que no se meta con la portada, que a mí fue lo primero que me encantó. Bueno pues, el diseño quizá no tanto y quizá tampoco el concepto, pero la fotografía en sí, sí que está chula. 




Décimo punto: Los interiores.  

Ahí sí toy bien de acuerdo con el señor Calderón, pero eso tiene que ver, de nuevo, con los primeros dos puntos. A los institutos no les logra interesar la verdadera calidad, y además desconocen de procesos, no cuentan con los conocimientos básicos siquiera para contratar el servicio adecuado. En estos tiempos hay muchas editoriales que también están teniendo función de imprentas. Si a una editorial con función de imprenta le solicitas un servicio de impresión, ese servicio te proporcionará; te harán una cotización específica por ese servicio. Lo que es la maquetación, la revisión, la edición, son asuntos muy distintos, y requieren de suma meticulosidad de observación e inversión de tiempo; son servicios que deben cobrarse a un precio correcto y que lógicamente no se cubren al pagar el precio de una simple impresión y pegado de carátulas. 




Onceavo punto: Una autora tuvo que leer desde su celular, porque mezclaron su texto con otro. 

Aquí lo único que tengo es una conjetura basada en lo que solemos ver en los comportamientos institucionales: hacer o pedir las cosas a última hora. No puedo asegurar nada, pero sospecho que solicitaron la impresión cuando se dieron cuenta que faltaba poquito pal Día internacional del libro, y pues, trabajando bajo suma presión, cualquiera comete errores. 




Doceavo punto: Está bien que se visibilice el trabajo de artistas, pero no está bien que se haga sin calidad. 

Obvi. Pero bueno, igual y hasta debemos verlo bien profundamente, asumiendo que estos proyectos son exclusivamente de difusión, y son puntos de arranque para muchos o captación de nuevo público lector para otros. Quizás del concepto de instituto cultural debamos pensar: "Él es así y no va a cambiar, pero tiene sus cualidades". 




Treceavo punto: Que los organizadores solicitaron que los autores indicaran los errores de sus textos. 

Ah, pero mira. Se supone que los autores deberían haber enviado sus textos listos ya para publicarse. Así que si hay errores muy básicos en los textos, tanto el instituto como la imprenta encargada de la fabricación manual, pueden bien deslindarse de esos ruidosos errores sin ningún problema. Parece que también se está siendo muy condescendiente, implícitamente, con los autores con errores ruidosos. Se pasa que haya errores de dedo, que se diferencian muy fácil de los errores básicos de un texto, como los de ortografía. Algunos autores, a sabiendas que lo de hoy es la autopublicación y la autoedición, y además, sabiendo que ya son tomados con seriedad como escritores, deberían mejorar de manera urgente no solo en su redacción, sino también en su sentido de responsabilidad a la hora de leer las instrucciones que se dan en este tipo de proyectos, como la de enviar sus textos listos ya para la publicación. 




Catorceavo punto: Aplaude los esfuerzos y agradece las convocatorias y le gustaría que no solo se preocupen por verse bien ante cámaras. 

Pues sí, ahí no tengo nada más que añadir. Solo que en vez de "los esfuerzos" yo diría "las iniciativas". 




Quinceavo punto: Toca esperar los libros corregidos y ver si vuelve a ser requerido o vetado por decir verdades incómodas. 

Creo que también es posible, que si el instituto sigue haciendo sus proyectos con fines de beneficiar la percepción social general que se tiene sobre él, entonces gente como el buen Emilio, aunque no los veten, se van a ir haciendo a un lado por voluntad (y cuidado de la reputación literaria) propia. 







En fin, etcétera. Tal vez próximamente publique mis humildes y no solicitadas apreciaciones sobre los textos incluidos, enfocándome en el contenido y la posible intención literaria, y haciendo de lado los importantes detalles que inicialmente pueden justificarse un poco, relacionados a las formas y la calidad de redacción (de lo meramente textual). Porque dentro de todo esto, todos sabemos que sí existen propuestas literarias valiosas en este tipo de proyectos, y que posiblemente son la mayoría. 

Felicidades y esas cosas.  



Fotos tomadas, o mejor dicho, robadas de los muros facebookeanos de Hagen David y Ana Mar Moreno Pérez, respectivamente. Gracias.