Se le llega a considerar el último poeta maldito, murió en un manicomio y no había quién se hiciera cargo de su cuerpo. "El último poeta maldito", así fue llamado en los periódicos españoles tras una muerte solitaria, la culminación de una etapa final de su vida no menos solitaria. Leopoldo María Panero, ese poeta que logró ese elegante misterio [de por sí intrínseco] en su poesía potente, potente como su poética autodestrucción. 

Diagnosticado con esquizofrenia, internado varias veces en el manicomio, encarcelado varias veces, hijo de un hombre del régimen franquista (pero él atraído por la izquierda), adicto al tabaco, expulsado de los bares, asiduo consumidor de drogas y alcohol, para luego enfermar y sustituir el alcohol por Coca-cola, Panero decía: “[escribía poesía] pero hablar, no hablaba ¿Y sabes por qué? Porque me avergüenza la desnudez, siempre me ha avergonzado... ¡Y hablar es desnudarse! Por eso no me comunicaba. Por eso, y porque intuía que si hablaba, mi padre notaría que era maricón”. Su padre notaría que su tímido hijo era poeta que camina hacia la izquierda. 

La vida de Panero da para hablar mucho, fue muy compleja e intensa, pero lo que podemos destacar es que su poesía se agradece, está ahí, como en el extremo de la autodestrucción de Leopoldo, está en la inmortalidad, en la inmutación. 


Me asombró que alguien amase aún el cadáver


Toda la obra de Leopoldo María Panero es genial, la capacidad de absorber en sus frases un significado torrencial es innegable, deleitable, admirable y sorprendente; todo lo que se puede sentir mediante el vehículo de su voz poética, esa fuerza emanada de un caótico silencio. 

Tenemos como uno de tantos ejemplos de sus poemas, el titulado "La alucinación de una mano, o la esperanza póstuma y absurda en la caridad de la noche". Tan solo el nombre del poema ya es un impacto: una mano que alucina, o sino, una esperanza pero póstuma y además absurda en la caridad de la noche. ¿Qué puede alucinar una mano y por qué es póstuma la esperanza y por qué en la caridad de la noche? Cuánto se puede extender la interpretación de cada uno de sus lectores, si acaso alucinar es como recordar con ansiedad, quizás con la fricción que la mano puede. Si acaso la esperanza es póstuma porque en realidad no es esperanza, sino sigue siendo la alucinación que alivia al poeta en la caridad de la noche. 

Qué mejor que disfrutar leerlo: 



La alucinación de una mano, 
o la esperanza póstuma y absurda 
en la caridad de la noche


A Isa-belle Bonet
«Todo el bienestar del mundo
lo encuentro en Suleik
cuando la achucho un poco
me siento digno de mí mismo;
si me dejara -perdería los ojos.»
(Goethe, Diván oriental-occidental)


Una mujer se acercó a mí y en sus ojos
 vi todos mis amores derruidos
y me asombró que alguien amase aún el cadáver,
alguien como esa mujer cuyo susurro
repetía en la noche el eco de todos mis amores aplastados
y me asombró que alguien lamiese en las costras
                                                                            todavía
tercamente la sustancia que fue oro,
aquello que el tiempo purificó en nada.
 
         Y la vi como quien ve sin creerla
         en el desierto la sombra de un agua,
 
la amé sin atreverme a creerlo.
 
         Y la ofrecí entonces mi cerebro desnudo,
         obsceno como un sapo, obsceno como la
                                                          vida,
          como la paz que para nada sirve
          animándola a que día tras día lo tocase
          suavemente con su lengua repitiendo
          así una ceremonia cuyo sentido único
          es que olvidarlo es sagrado.

           

Por cierto, quizás te guste esta interpretación de Carlos Ann


Datos para curiosear:

José Daniel Gutiérrez Castillo, titula su tesis doctoral (Universidad de Málaga, departamento de salud pública y psiquiatría, Málaga 2015): "Psicopatobiografía de Leopoldo María Panero". [Leer]

En marzo de 2019, Loreto Sánchez publicó en zendalibros.com un artículo llamado "Panero, el último poeta maldito". [Leer]

En 2001, con Panero aún vivo, el cantante español Carlos Ann inicia un proyecto donde invitó a Enrique Bunbury para musicalizar los poemas de Leopoldo María Panero. Bunbury comentó que se evitó "que se confundiera con esos discos bonitos donde muchos cantantes interpretan a un poeta, como lo que se ha hecho con Pablo Neruda. Éste es un producto no apto para cualquiera: Panero vive oficialmente en el mundo de la locura y eso no es una broma". [Leer]

Leer poema de Leopoldo María Panero«La poesía destruye al hombre»