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¿Cómo llegaba la música underground a los jóvenes de los noventa e inicios de los dos mil? No sé cómo llegaba a otros, pero es una de mis grandes fortunas, que a mí sí llegó. 

Cuando era niño, en mi casa, según el miembro de la familia, se escuchaba una gran variedad de música (popular y otra no tanto), como Julio Jaramillo, Willie Colón, Los Bukis, Los Temerarios, Juan Gabriel, Rocío Durcal, Luis Miguel, Michael Jackson, Charlie Zaa, Elvis Crespo, Pink Floyd, Nirvana, Gloria Estefan, Silvio Rodríguez, Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, etcétera, etcétera...

Me gustaba (y aún me gusta) prácticamente todo lo que escuché, no me da pena reconocerlo, pero sin darme cuenta empecé a valorar cada vez más las letras más profundas o sofisticadas, no solo lo emotivo o lo musical, sino lo que me dejara pensando mucho más tiempo que la duración de la canción. Resulta que ese tipo de letras estaban más que nada en la música independiente, o en la música de protesta como la de Silvio Rodríguez. 

Luego me empezó a encantar la idea de que no cualquiera conocía a ciertos artistas, y eso hacía sentir a uno especial, tal vez más conocedor, pero a la misma vez con cierta dosis como de egoísmo infantil, pues eran "mis" solo "mis" cantautores favoritos. Fue en la secundaria cuando se empezó a abrir más mi mundo musical, descubría cantautores más desconocidos que los que en realidad no eran desconocidos, como Sabina, Serrat, Milanés, etcétera, y empecé a descubrir la música underground mexicana. Aunque mis hermanos ya escuchaban Fernando Delgadillo, Mexicanto, Alejandro Filio, entre otros, a mis oídos no había llegado por ejemplo Arturo Meza, Jaime López, Armando Palomas, Armando Rosas y Rockdrigo González.
 

Descubriendo a Rockdrigo González

En la secundaria era clásico el estudiante que llevaba su guitarra y tocaba rolas en horas libres, en la Federal 9 eran como tres o más esos clásicos estudiantes. Interactué con ellos, especialmente con el más punk, un joven que llamaba la atención por su gran corpulencia, y nadie se atrevía a "cantarle el tiro" (como decimos en México a buscar pleito). El vato lo conocían como su apellido: Tronco. Una vez tocó una rola (rola es canción) superchida (chido es genial) que decía: No tengo tiempo de cambiar mi vida

La rola dice así: 

Cabalgo sobre sueños innecesarios y rotos,
prisionero iluso de esta selva cotidiana
y como hoja seca que vaga en el viento
vuelo imaginario sobre historias de concreto.

Navego en el mar de las cosas exactas,
voy clavado en momentos de semánticas gastadas,
cual si fuera una nube esculpida sobre el cielo,
dibujo insatisfecho mis huellas en el invierno,
ya que yo: no tengo tiempo de cambiar mi vida,
la máquina me ha vuelto una sombra borrosa,
y aunque soy la misma puerta que ha negado tus ojos,
sé que aún tengo tiempo para atracar en un puerto.

Camino automático en una alfombra de estatuas,
masticando en mi mente las verdades más sabidas
y como un lobo salvaje que ha perdido su camino
he llenado mis bolsillos con escombros del destino.

Sabes bien que manejo implacable mi nave cibernética
entre aquel laberinto de los planetas muertos
y cual si fuera la espuma de un anuncio de cerveza,
una marca me ha vendido ya la forma de mi cabeza,
ya que yo: no tengo tiempo de cambiar mi vida,
la máquina me ha vuelto una sombra borrosa,
y aunque soy la misma puerta que ha negado tus ojos (sí),
sé que aún tengo tiempo para atracar en un puerto.

Te comparto la rola cantada por el mismo Rockdrigo:

Wey... ¿cómo no iba a tener tiempo de cambiar su vida un adolescente todo pavo? Me refiero a mí, y al bro que cantaba la rola. Pero qué increíble letra, y qué genial emoción transmitía, francamente esa canción me impactó y empecé a pasear por dentro de su letra. Es que no era una letra tipo Silvio, ni tipo Delgadillo, ni tipo nada de lo que antes había escuchado (que también me encantaba y aún), sino que era una letra un poco más áspera quizá, más dura, y también (luego ese término me gustó mucho): más rupestre. 

Su letra me propiciaba una actitud filosófica, una incomprensible melancolía poética, y mucho interés en los misterios de sus imágenes logradas en frases como: Camino automático en una alfombra de estatuas, masticando en mi mente las verdades más sabidas; Sabes bien que manejo implacable mi nave cibernética entre aquel laberinto de los planetas muertos...

Qué loco que el gran Rockdrigo González, conocido como el Profeta del Nopal o Sacerdote Rupestre, se haya ido antes de que los tipos que disfrutábamos su canción hubiéramos llegado. El Profeta del Nopal falleció en el terremoto del 19 de septiembre de 1985 en la ciudad [capital] de México (la que Rockdrigo llamaba vieja ciudad de hierro). 

Una vez escuché una historia, que hasta ahora no sé si es verdad y no he encontrado información al respecto (solo de que falleció junto a su pareja), que Rockdrigo estaba haciendo el amor cuando la muerte le llegó mediante el terremoto. Lo que también he oído es el chiste de que Rockdrigo murió de "un pasón de cemento", chiste que a un buen seguidor del verdadero arte del Profeta del Nopal le causa gracia, mientras lo recuerda con cariño y admiración. 


Asomándome un poquito a la poesía de Rockdrigo González

Muchos no dudamos en reconocer que Rockdrigo González es más que un cantautor (de icónicas canciones) que dejó un gran legado musical, es definitivamente un poeta con guitarra, y para mí que hasta su partida fue también un acto poético, al igual que su existencia. 


Justo cuando empezaba a ser muy conocido llegó su fin, quién se sabe qué hubiera pasado si no hubiera partido en ese punto de su historia. Horas antes de su muerte había realizado una presentación musical en una celebración de La Jornada; Rockdrigo solo publicó un álbum en vida de doce rolitas, llamado Hurbanistorias, cuando escuchábamos la música en casete.  

La actitud, tal vez involuntariamente, poética de Rockdrigo, estaba incluso en cómo creaba su música, combinando huapango, rock, folk y blues, melancolía y humor, situaciones cotidianas y hasta diría que cuestiones existenciales implícitas. Alguna vez oí un comentario (un poco exagerado, pero poético también) de que hasta predijo su propia muerte en un fragmento de la canción previamente compartida No tengo tiempo, la parte que dice: [...] y como un lobo salvaje que ha perdido su camino, he llenado mis bolsillos con escombros del destino.

Gracias Rockdrigo, sigues estando en nuestros cantos de fondo.